lunes, 5 de diciembre de 2016

ACTIVIDADES RELACIONADAS CON LA COMUNICACIÓN ESCRITA





ACTIVIDAD 1: CON LAS MANOS EN LA MASA

CURSO: 2º ESO

ÁREA: LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA



OBJETIVOS PLANTEADOS:
- Escribir textos propios del ámbito personal y familiar, escolar/académico y social imitando textos modelo.
- Realizar exposiciones orales superando el miedo a hablar en público.

ACTIVIDADES DESARROLLADAS:
-   Tras la lectura de una receta “interesante” para ellos y reflexionar sobre la  estructura de este tipo de textos y los rasgos lingüísticos principales, al alumno ha de escribir una receta que conozca y que le pueda interesar al resto de sus compañeros. Ha de ser estricto también en cuanto a la información proporcionada: cantidades, tiempos de preparación,…
-   Una vez escrita la leerá en voz alta y sus compañeros valorarán su intervención:
o    CONTENIDO: INFORMACIÓN EXACTA, PRECISA Y DETALLADA
o    EXPRESIÓN: ESTRUCTURA, ORGANIZACIÓN DE LA INFORMACIÓN. RASGOS LINGÜÍSTICOS (uso del imperativo, “se”, conectores,…)
o    EXPOSICIÓN ORAL: pronunciación clara, ritmo en la exposición, comunicación no verbal,…)


ACTIVIDAD 2: SIGUIENDO A QUENEAU

CURSO: 2º ESO

ÁREA: LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA


OBJETIVOS PLANTEADOS:

-Poner en práctica diferentes estrategias de lectura en función del objetivo y el tipo de texto.
-Escribir textos literarios creativos imitando textos modelo.
-Desarrollar progresivamente la lectura y comprensión de obras literarias de la literatura española y universal de distintos géneros literarios.

ACTIVIDADES DESARROLLADAS:

1.     Tras leer el texto primero y algunas variaciones de estilo, el alumno realiza las siguientes actividades:
a.     Buscar las palabras que no entienda.
b.    Explicar en qué consisten las siguientes variaciones. ¿Qué aspectos se cambian?
c.     Inventarse  una utilizando uno de los títulos siguientes:
                        Pronosticaciones                          Vacilaciones

2.     Leer las variaciones originales con esos títulos y contrastar con tu versión. Hacer una valoración.




MATERIALES:
Relato

Una mañana a mediodía, junto al parque Monceau, en la plataforma trasera de un autobús casi completo de la línea S (en la actualidad el 84), observé a un personaje con el cuello bastante largo que llevaba un sombrero de fieltro rodeado de un cordón trenzado en lugar de cinta. Este individuo interpeló, de golpe y porrazo, a su vecino, pretendiendo que le pisoteaba adrede cada vez que subían o bajaban viajeros. Pero abandonó rápidamente la discusión para lanzarse sobre un sitio que había quedado libre.

Dos horas más tarde, volví a verlo delante de la estación de Saint-Lazare, conversando con un amigo que le aconsejaba disminuir el escote del abrigo haciéndose subir el botón superior por algún sastre competente.



TEXTOS.  ALGUNAS VARIACIONES

Retrógrado

Te deberías añadir un botón en el abrigo, le dice su amigo. Me lo encontré en medio de la plaza de Roma, después de haberlo dejado cuando se precipitaba con avidez sobre un asiento. Acababa de protestar por el empujón de otro viajero que, según él, le atropellaba cada vez que bajaba alguien. Este descarnado joven era portador de un sombrero ridículo. Eso ocurrió en la plataforma de un S completo aquel mediodía.



Injurioso

Tras una espera repugnante bajo un sol inaguantable, acabé subiendo en un autobús inmundo infestado por una pandilla de imbéciles. El más imbécil de estos imbéciles era un granuja con el gañote desmedido que exhibía un güito grotesco con un cordón en lugar de cinta. Este chuleta se puso a gruñir porque un viejo chocho le pisoteaba los pinreles con un furor senil; pero enseguida se arrugó largándose a un sitio libre todavía húmedo del sudor de las nalgas de su anterior ocupante.
Dos horas más tarde, qué mala pata, me tropiezo con el mismo imbécil que charra con otro imbécil delante de ese asqueroso monumento llamado la estación de Saint-Lazare. Parloteaban a propósito de un botón. Me digo: aunque se suba o se baje el forúnculo, mona se quedará, el muy requete imbécil.


Ampuloso:
A la hora en que comienzan a agrietarse los rosados dedos de la aurora, cabalgaba yo, cual veloz saeta, en un autobús, de imponente alzada y bovinos ojos, de la línea S, de sinuoso periplo. Advertí, con la precisión y agudeza del indio presto al combate, la presencia de un joven cuyo cuello era más largo que el de la jirafa de pies ligeros, y cuyo sombrero de fieltro hendido estaba ornado con una trenza, cual héroe de un ejercicio de estilo. La funesta Discordia de senos de hollín vino con su boca hedionda por desdén del dentífrico; la Discordia, digo, vino a inocular su maléfico virus entre este joven de cuello de jirafa y trenza alrededor del sombrero, y un viajero de borroso y farináceo semblante. Aquél dirigióse a éste en los siguientes términos: “¡Oigame, malvado ser, diríase que usted me está pisoteando adrede!”. Así exclamó el joven de cuello de jirafa y trenza alrededor del sombrero y fue, presto, a sentarse.

Más tarde, en la plaza de Roma, de majestuosas proporciones, reparé de nuevo en el joven de cuello de jirafa y trenza alrededor del sombrero, acompañado de un camarada, árbitro de la elegancia, el cual profería esta crítica que me fue dado percibir con mi ágil oído, crítica dirigida a la indumentaria más externa del joven de cuello de jirafa y trenza alrededor del sombrero: “Deberías disminuirte el escote mediante la adición o elevación de un botón en la periferia circular.”

Ejercicios de estilo,  Raimond Queneau    Ed. Cátedra.





CLAVES

Pronosticaciones

Cuando llegue el mediodía, te encontrarás en la plataforma trasera de un autobús donde se amontonarán viajeros entre los cuales repararás en un ridículo jovenzuelo: cuelo esquelético y sin cinta en el sombrero de fieltro. No se encontrará bien, el pequeño. Creerá que un señor le empuja adrede cada vez que pasa gente que sube o baja. Se lo dirá, pero el otro, despreciativo, no contestará. Y el ridículo jovenzuelo, presa del pánico, se largará en sus narices, hacia un sitio libre.

Volverás a verlo un poco más tarde, en la plaza de Roma, delante de la estación de Saint- Lazare. Un amigo le acompañará, y oirás estas palabras: <<Tu abrigo no abrocha bien, tienes que hacer añadir un botón>>.

Vacilaciones

No sé muy bien dónde ocurría aquello... ¿en una iglesia, en un cubo de la basura, en un osario? ¿Quizás en un autobús? Había allí... pero, ¿qué había allí? ¿Huevos, alfombras, rábanos? ¿Esqueletos? Sí, pero con su carne aún alrededor, y vivos. Sí, me parece que era eso. Gente en un autobús. Pero había uno (¿o dos?) que se hacía notar, no sé muy bien por qué. ¿Por su megalomanía? ¿Por su adiposidad? ¿Por su melancolía? No, mejor... más exactamente... por su juventud, adornada con un largo... ¿narigón? ¿mentón? ¿pulgar? No: cuello; y por un sombrero extraño, extraño, extraño. Se puso a pelear -sí, eso es-, sin duda con otro viajero (¿hombre o mujer?, ¿niño o viejo?) Luego eso se acabó, concluyó acabándose de alguna forma, probablemente con la huida de uno de los dos adversarios.

Estoy casi seguro de que es ese mismo personaje el que me volví a encontrar, pero ¿dónde? ¿Delante de una iglesia? ¿delante de un osario? ¿delante de un cubo de la basura? Con un compañero que debía de estar hablándole de alguna cosa, pero ¿de qué? ¿de qué? ¿de qué?





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