ACTIVIDAD 1: CON LAS MANOS EN LA MASA
CURSO:
2º ESO
ÁREA:
LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA
OBJETIVOS
PLANTEADOS:
- Escribir textos propios del ámbito personal y familiar,
escolar/académico y social imitando textos modelo.
- Realizar exposiciones orales superando el miedo a hablar en
público.
ACTIVIDADES
DESARROLLADAS:
-
Tras la lectura de una receta “interesante”
para ellos y reflexionar sobre la
estructura de este tipo de textos y los rasgos lingüísticos principales,
al alumno ha de escribir una receta que conozca y que le pueda interesar al
resto de sus compañeros. Ha de ser estricto también en cuanto a la información
proporcionada: cantidades, tiempos de preparación,…
-
Una vez escrita la leerá en voz alta y sus
compañeros valorarán su intervención:
o
CONTENIDO: INFORMACIÓN EXACTA, PRECISA Y
DETALLADA
o
EXPRESIÓN: ESTRUCTURA, ORGANIZACIÓN DE LA
INFORMACIÓN. RASGOS LINGÜÍSTICOS (uso del imperativo, “se”, conectores,…)
o
EXPOSICIÓN ORAL: pronunciación clara, ritmo
en la exposición, comunicación no verbal,…)
ACTIVIDAD 2: SIGUIENDO A QUENEAU
CURSO:
2º ESO
ÁREA:
LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA
OBJETIVOS PLANTEADOS:
-Poner en
práctica diferentes estrategias de lectura en función del objetivo y el tipo de
texto.
-Escribir textos literarios creativos imitando textos modelo.
-Desarrollar
progresivamente la lectura y comprensión de obras literarias de la literatura
española y universal de distintos géneros literarios.
ACTIVIDADES DESARROLLADAS:
1.
Tras leer el texto primero y algunas
variaciones de estilo, el alumno realiza las siguientes actividades:
a.
Buscar las palabras que no entienda.
b.
Explicar en qué consisten las siguientes
variaciones. ¿Qué aspectos se cambian?
c.
Inventarse una utilizando uno de los títulos siguientes:
Pronosticaciones Vacilaciones
2.
Leer las variaciones originales con esos títulos y contrastar con
tu versión. Hacer una valoración.
MATERIALES:
Relato
Una
mañana a mediodía, junto al parque Monceau, en la plataforma trasera de un
autobús casi completo de la línea S (en la actualidad el 84), observé a un
personaje con el cuello bastante largo que llevaba un sombrero de fieltro rodeado
de un cordón trenzado en lugar de cinta. Este individuo interpeló, de golpe y
porrazo, a su vecino, pretendiendo que le pisoteaba adrede cada vez que subían
o bajaban viajeros. Pero abandonó rápidamente la discusión para lanzarse sobre
un sitio que había quedado libre.
Dos horas más tarde, volví a verlo delante de la estación
de Saint-Lazare, conversando con un amigo que le aconsejaba disminuir el escote
del abrigo haciéndose subir el botón superior por algún sastre competente.
TEXTOS. ALGUNAS
VARIACIONES
Retrógrado
Te deberías añadir un
botón en el abrigo, le dice su amigo. Me lo encontré en medio de la plaza de
Roma, después de haberlo dejado cuando se precipitaba con avidez sobre un
asiento. Acababa de protestar por el empujón de otro viajero que, según él, le
atropellaba cada vez que bajaba alguien. Este descarnado joven era portador de
un sombrero ridículo. Eso ocurrió en la plataforma de un S completo aquel
mediodía.
Injurioso
Tras una espera
repugnante bajo un sol inaguantable, acabé subiendo en un autobús inmundo
infestado por una pandilla de imbéciles. El más imbécil de estos imbéciles era
un granuja con el gañote desmedido que exhibía un güito grotesco con un cordón
en lugar de cinta. Este chuleta se puso a gruñir porque un viejo chocho le
pisoteaba los pinreles con un furor senil; pero enseguida se arrugó largándose
a un sitio libre todavía húmedo del sudor de las nalgas de su anterior
ocupante.
Dos horas más tarde,
qué mala pata, me tropiezo con el mismo imbécil que charra con otro imbécil
delante de ese asqueroso monumento llamado la estación de Saint-Lazare.
Parloteaban a propósito de un botón. Me digo: aunque se suba o se baje el
forúnculo, mona se quedará, el muy requete imbécil.
Ampuloso:
A la hora en que
comienzan a agrietarse los rosados dedos de la aurora, cabalgaba yo, cual veloz
saeta, en un autobús, de imponente alzada y bovinos ojos, de la línea S, de
sinuoso periplo. Advertí, con la precisión y agudeza del indio presto al
combate, la presencia de un joven cuyo cuello era más largo que el de la jirafa
de pies ligeros, y cuyo sombrero de fieltro hendido estaba ornado con una
trenza, cual héroe de un ejercicio de estilo. La funesta Discordia de senos de
hollín vino con su boca hedionda por desdén del dentífrico; la Discordia, digo, vino a
inocular su maléfico virus entre este joven de cuello de jirafa y trenza
alrededor del sombrero, y un viajero de borroso y farináceo semblante. Aquél
dirigióse a éste en los siguientes términos: “¡Oigame, malvado ser, diríase que
usted me está pisoteando adrede!”. Así exclamó el joven de cuello de jirafa y
trenza alrededor del sombrero y fue, presto, a sentarse.
Más
tarde, en la plaza de Roma, de majestuosas proporciones, reparé de nuevo en el
joven de cuello de jirafa y trenza alrededor del sombrero, acompañado de un
camarada, árbitro de la elegancia, el cual profería esta crítica que me fue
dado percibir con mi ágil oído, crítica dirigida a la indumentaria más externa
del joven de cuello de jirafa y trenza alrededor del sombrero: “Deberías
disminuirte el escote mediante la adición o elevación de un botón en la
periferia circular.”
Ejercicios de estilo, Raimond
Queneau Ed. Cátedra.
CLAVES
Pronosticaciones
Cuando
llegue el mediodía, te encontrarás en la plataforma trasera de un autobús donde
se amontonarán viajeros entre los cuales repararás en un ridículo jovenzuelo:
cuelo esquelético y sin cinta en el sombrero de fieltro. No se encontrará bien,
el pequeño. Creerá que un señor le empuja adrede cada vez que pasa gente que
sube o baja. Se lo dirá, pero el otro, despreciativo, no contestará. Y el
ridículo jovenzuelo, presa del pánico, se largará en sus narices, hacia un
sitio libre.
Volverás
a verlo un poco más tarde, en la plaza de Roma, delante de la estación de
Saint- Lazare. Un amigo le acompañará, y oirás estas palabras: <<Tu
abrigo no abrocha bien, tienes que hacer añadir un botón>>.
Vacilaciones
No
sé muy bien dónde ocurría aquello... ¿en una iglesia, en un cubo de la basura,
en un osario? ¿Quizás en un autobús? Había allí... pero, ¿qué había allí?
¿Huevos, alfombras, rábanos? ¿Esqueletos? Sí, pero con su carne aún alrededor,
y vivos. Sí, me parece que era eso. Gente en un autobús. Pero había uno (¿o
dos?) que se hacía notar, no sé muy bien por qué. ¿Por su megalomanía? ¿Por su
adiposidad? ¿Por su melancolía? No, mejor... más exactamente... por su
juventud, adornada con un largo... ¿narigón? ¿mentón? ¿pulgar? No: cuello; y
por un sombrero extraño, extraño, extraño. Se puso a pelear -sí, eso es-, sin
duda con otro viajero (¿hombre o mujer?, ¿niño o viejo?) Luego eso se acabó,
concluyó acabándose de alguna forma, probablemente con la huida de uno de los
dos adversarios.
Estoy casi seguro de que es ese mismo personaje el que me volví a encontrar, pero ¿dónde? ¿Delante de una iglesia? ¿delante de un osario? ¿delante de un cubo de la basura? Con un compañero que debía de estar hablándole de alguna cosa, pero ¿de qué? ¿de qué? ¿de qué?
Estoy casi seguro de que es ese mismo personaje el que me volví a encontrar, pero ¿dónde? ¿Delante de una iglesia? ¿delante de un osario? ¿delante de un cubo de la basura? Con un compañero que debía de estar hablándole de alguna cosa, pero ¿de qué? ¿de qué? ¿de qué?
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